El Árbol del Conocimiento



Este año os felicito la Navidad y el año nuevo con mi propia versión del Árbol del Conocimiento, una imagen alegórica de la sabiduría presente en culturas y civilizaciones de todos los rincones de la Tierra. La Navidad coincide con la celebración ancestral de la victoria de la Luz sobre las tinieblas, y la búsqueda de la sabiduría se describe simbólicamente como un camino que lleva hacia la iluminación. Aunque creo que la verdadera sabiduría también se encuentra fuera de los libros y tiene que ver con la capacidad de amar, con «mi árbol» he querido expresar la diversidad de fuentes de conocimiento. Por eso, entre las raíces «hambrientas de conocimiento», he dibujado diversos tipos de soportes de escritura que pertenecen a civilizaciones representativas de todas las épocas y de todos los continentes.

Al mismo tiempo me adhiero al VII centenario de Ramón Llull, que utilizó este árbol alegórico para explicar visualmente sus planteamientos metodológicos, tan útiles para el progreso del pensamiento en Europa. El Árbol de la Ciencia de Llull es, precisamente, el emblema de la institución en la que ha crecido y madurado mi vocación docente a lo largo de los últimos quince años, y dónde también he tejido firmes lazos de afecto y amistad con compañeros y exalumnos. 

Al evocar a Llull, también hago memoria de mi abuela materna, que fue la primera persona que me habló de él, como de tantas otras cosas relacionadas con Mallorca, que le gustaba contarnos a mi hermana y a mí. De hecho, los antepasados catalanes de mi abuela llegaron a la isla en la misma época que los padres de Ramón Llull, así que quién sabe si ambos árboles genealógicos se conectaron en algún momento de los siete siglos que han transcurrido desde entonces.

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