La Voz de Europa

«La voz de Europa debe oírse, porque es la voz de los Valores que la representan y que no son otros que los presentes en el Artículo 2º del Tratado de la Unión Europea: la Dignidad Humana, la Libertad, la Democracia, la Igualdad, el Estado de Derecho, el respeto a los Derechos Humanos, el Pluralismo, la No Discriminación, la Tolerancia, la Justicia, la Solidaridad y la Igualdad entre hombres y mujeres. Son, precisamente estos valores los que nos definen como sociedades libres, abiertas y plurales. Los valores que definen lo que somos; los valores que definen lo que queremos seguir siendo; los valores que necesitamos preservar y defender.

El alma de Europa son sus ciudadanos, por eso todas las políticas tienen que situarlos en el centro de su acción. Europa se construye día a día, es un proyecto vivo en constante evolución y ahí está su fortaleza, porque los europeos pueden decidir qué Europa quieren en un mundo que está cambiando. Europa debe saber dar respuestas actuales y realistas a los desafíos actuales y es el momento. Nosotros construimos Europa, pero a la vez, Europa nos construye. El reto es hacerlo eficaz, viable y sin apearnos de esos valores esenciales y fundacionales.

... A De Gasperi, fundador y referente de este gran proyecto de valores que es Europa debemos la idea de que “el futuro no se construirá por la fuerza ni por el afán de conquista, sino por la paciente aplicación del método democrático, el espíritu de consenso constructivo y el respeto a la Libertad”. Democracia, consenso constructivo y Libertad eran para él los tres pilares sobre los que construir nuestro proyecto común. Hoy su ideario cobra una nueva y vigorosa vigencia, y debe servirnos de faro y guía en tiempos como los que estamos viviendo.»


En los tiempos que corren, en lugar de expresar por escrito mi opinión, me ha parecido más oportuno, útil e inspirador, compartir un fragmento del discurso que Su Majestad el Rey pronunció durante la ceremonia de entrega del Premio Europeo Carlos V, que tuvo lugar el 14 de junio de 2024. El texto entero se puede leer en este link.

Fotografía © Casa de S.M. el Rey

Alta sensibilidad

Este verano hará dos años que volvimos juntos a Praga. Quería alojarme de nuevo en un edificio histórico y, esta vez, encontré una habitación coqueta y luminosa en Mala Strana, tras un pequeño jardín-huerto vertical que su propietaria cultiva con mimo bajo la galería que se abre a un patio interior. 

La primera tarde dejé a Iztok trabajando, me lancé por una escalera de caracol, y me sumergí en un dédalo que llevo impreso en mi corazón, para encaminarme hacia mi lugar favorito de Praga. 

Al llegar al mismo banco que había descubierto cuatro años atrás, me acomodé, me ajusté los auriculares del mp3 y me entregué en cuerpo y alma a la contemplación del panorama maravilloso que acaparaba mi ángulo de visión. Mientras escuchaba la banda sonora de Yentl, mis lagrimales se abrieron de par en par... ¡Cuánta emoción! ¡Cuánta felicidad!

Sin embargo, la alta sensibilidad es un arma de doble filo. Por la intensidad de emociones embriagadoras, ante la belleza de la naturaleza o del arte, por ejemplo, o también por transmitir genuina pasión por una profesión vocacional que parece otorgar algo de sentido a tu vida, el precio que hay que pagar puede llegar a ser devastador

¿La belleza cura? Sí, creo que sí. A veces la belleza puede curar o, por lo menos, generar momentos de intensa felicidad, y en situaciones dolorosas podemos echar mano de esos recuerdos, evocarlos y revivirlos para que actúen como medicamentos naturales que proporcionen alivio. Una tregua en medio de las batallas que se libran en el cerebro y en el estómago.

Sol de invierno

... no calienta ni deslumbra, 
pero la nieve expande su luz bajo las nubes más oscuras.











Sol d’hivern... no escalfa ni enlluerna, 
però la neu difon la seva llum sota els núvols més foscos.

Vesel Božič · Merry Christmas · Buon Natale · Bon Nadal · Feliz Navidad

Entre árboles y libros discurre mi hilo de Ariadna


Este año he adoptado una costumbre de mi padre, la de llevar un libro conmigo en mis desplazamientos. Él los leía en el coche o en algún otro lugar, mientras esperaba a mi madre. Yo los leo en el autobús y en el metro, para mantener la mente agarrada a un hilo de Ariadna que me libre del laberinto en el que me suelen perder los runrunes enrevesados. Me pregunto si él también los llevaba a todas partes por el mismo motivo… 


En cambio, prescindo de los libros cuando me tumbo bajo la sombra protectora de mi amigo el árbol,
en el jardín de Tivoli.
Esos momentos preciosos, que solo puedo gozar cuando estoy en Ljubljana, los reservo para
practicar la contemplación, liberarme
un poquito de la tiranía de Cronos,
desconectar del sinsentido de los humanos, reconectar con la naturaleza, intentar volver a «ser uno con el todo», y experimentar un sentimiento
de gratitud auténtico, intenso, profundo y curativo.

Sensibilidad y empatía vs. sinsentido


La vida tiene sentido. El sentido de la vida es crear diversidad, una diversidad inabarcable, casi infinita, maravillosa, de organismos, de especies, de individuos irrepetibles... 

La vida es belleza, toda esa belleza que ha vestido a nuestro planeta a lo largo de millones de años. 

La vida es simbiosis. «Hemos nacido para vivir en común; nuestra sociedad es una bóveda de piedras trabadas que caerían si no se sostuviesen mutuamente» le escribió Séneca a Lucilio veinte siglos atrás [1], pero lo cierto es que esta bóveda sigue en construcción, y mientras unos se dejan la piel en esta obra colosal e interminable, otros se dedican a resquebrajarla y a lanzar al abismo las piedras más débiles. 

Lo que no tiene sentido es el (sub)mundo forjado por los humanos a golpe de ideologías, para satisfacer los delirios de quienes padecen graves trastornos mentales como la codicia [2], la egolatría combinada con la adicción al poder [3], y la ausencia absoluta de empatía que a menudo degenera en crueldad. 

Cuando nos preguntamos por el sentido de la vida, en realidad estamos intentando entender cómo puede encajar nuestra existencia en este sinsentido que ha producido y sigue produciendo tanto sufrimiento y muerte a nuestro alrededor.  


Después de varios milenios de civilización, todavía no hemos sido capaces de crear y aplicar filtros para impedir que psicópatas [4] más o menos peligrosos alcancen cargos de responsabilidad y de poder en gobiernos, en instituciones religiosas, en corporaciones de dimensiones monstruosas, en empresas, pero también en entidades con fines sociales tan delicados como el cuidado de personas vulnerables o la educación. Solo así se pueden interpretar y explicar, de alguna manera, los fracasos colectivos de la Humanidad, empezando por la explotación desenfrenada y obscena de otras especies, que supera con creces nuestras necesidades vitales, y nuestro concepto demencial de «progreso», que destruye ecosistemas, provoca la extinción de numerosas formas de vida y compromete la supervivencia de nuestra especie, y siguiendo con un sinfín de lacras que somos incapaces de erradicar: las guerras, la fabricación y el tráfico de armas, la esclavitud de facto, el abuso infantil, la especulación con bienes de primera necesidad que provoca hambre y miseria... 

El sinsentido nos acecha en todos los aspectos de la vida. La única opción para enderezar el rumbo de la Humanidad y encontrar una vía de progreso auténtico pasa por cultivar la sensibilidad, la empatía y el espíritu crítico.  

«Una educación de la sensibilidad es, ahora más que nunca, indispensable.» escribe Chantal Maillard, «La política no la hacen los partidos ni las agrupaciones, sino los individuos. Y si quienes gobiernan ―formen éstos parte del demos o de aquellos que detentan el poder económico o el poder a secas― no han aprendido a conocerse, mal podrán gobernar. Para gobernar es preciso saber qué somos o qué estamos siendo más allá de nuestro personaje. Toda moral bien construida requiere de un fundamento extra-moral y este tiene que ver con el conocimiento de uno mismo, algo que tan sólo puede iniciarse con la observación de la propia mente.» [5]

Todas las esperanzas se depositan en la educación, sin embargo, el sistema educativo está infestado por un burocratismo feroz, que vampiriza el tiempo y las energías de los docentes, generando un clima tóxico [6] que, a su vez, oscurece un campo que debería ser luminoso e iluminador. 


El sinsentido produce eclipses

Todavía hoy, cuando leo o escucho la palabra «eclipse», lo primero que me viene a la mente es una secuencia de imágenes creadas por Hergé para El Templo del Sol: Tintín dirigiéndose al dios Pachacámac; el Inca, los sacerdotes y el capitán Haddock, estupefactos; los súbditos del Inca, víctimas del pánico; mientras el profesor Tornasol disfruta con la puesta en escena, porque ha malentendido que están participando en el rodaje de una película. 

Los momentos de oscuridad que salpican nuestra vida y nos zarandean, los percibimos a veces como nubarrones, al ser conscientes de que tarde o temprano desaparecerán de nuestro campo de visión. En otras ocasiones, esa oscuridad es más opaca, nos envuelve como en un eclipse, nos desconcierta y llega a desesperarnos. El grado de ofuscación es tal que no alcanzamos a vislumbrar cómo y cuándo la luz nos rescatará de ese tiempo sombrío que parece irreversible, y que puede prolongarse durante días, semanas, o incluso meses, con algunas pausas para sacar la cabeza fuera de las tinieblas y respirar. El cuerpo empieza a quejarse, a somatizar la negrura en el estómago, a provocar vértigos, dolores punzantes, a alterar la presión arterial... La compañía y la comprensión de los seres queridos más cercanos es esencial, pero es francamente difícil salir de la oscuridad sin la ayuda de profesionales, empezando por el apoyo ―y la protección― del médico de familia. A pesar de haber identificado y acotado el trance, la sombra se ralentiza, no acaba de apartarse... 

Quién pudiera contemplar tales eclipses con el gracejo del profesor Tornasol. 


«En nuestras heridas, reside la curación. 
Esas heridas son puertas por donde entra la Conciencia.»
Alejandro Jodorowsky


🌱 He tomado prestadas imágenes creadas por Jessica Woulfe, Hergé y René Merino, respectivamente. 


N o t a s

[1] «Habeamus in commune; nati sumus. Societas nostra lapidum fornicationi simillima est, quae casura, nisi in vicem obstarent, hoc ipso sustinetur» en su Epístola XCV (Epistulae Morales ad Lucilium). Lucio Anneo Séneca. Epístolas morales. Trad. Francisco Navarro y Calvo. Madrid, 1884.

[2] «... no resistí la tentación de considerar que la codicia es una enfermedad mental, o sea, una enfermedad del cerebro. ¿Cómo si no?, alcancé a preguntarme. No resulta fácil entender el sentimiento que alberga la codicia, meterse en la piel del codicioso. ¿Por qué gente que ya es muy rica quiere o ha querido más y más? ¿Por qué siguen acumulando riqueza si ya tienen de sobra todo lo que necesitan para vivir bien? ¿Acaso están enfermos? (...) Algunos experimentos de la neurociencia han mostrado que cuanto más codiciosa es una persona menos capacidad tiene la corteza prefrontal de su cerebro, que es la implicada en el razonamiento, para disminuir la gratificación de ganar más dinero inhibiendo la actividad de las neuronas del estriado ventral, implicado en esa gratificación. El cerebro del codicioso podría funcionar entonces de manera diferente al de las personas que no lo son. Otros estudios han sugerido que, como los codiciosos tienden además a apostar alto para maximizar sus ganancias, podrían padecer una perturbación mental que anula su capacidad para percibir el riesgo o para ver las necesidades de los demás. El investigador norteamericano Mark Goldstein y otros colegas han sugerido que la codicia, la impulsividad y la pérdida de visión de futuro que originaron la crisis financiera que, parecida a la de 1929, tuvo lugar en los Estados Unidos entre 2007 y 2010, bien reflejada en la excelente película Margin call, podrían haber sido causadas, al menos en parte, por los bajos niveles de colesterol cerebral de muchos trabajadores del mundo financiero norteamericano, consumidores habituales de estatinas, unos fármacos que disminuyen los niveles de colesterol en sangre. La razón es que el colesterol es necesario para regular la serotonina cerebral, una sustancia que estabiliza las funciones mentales»Ignacio Morgado Bernal

[3] Acerca del Síndrome de Hybris o Hubris, este artículo publicado en ethic.

[4] «¿Por qué representa un motivo de alarma sobre todo ese 1 por ciento? Por dos razones. La primera es su potencial destructivo directo: cuando ostentan poder financiero o político, pueden hacer un daño inmenso a la sociedad, y de hecho en este recorrer del siglo XXI hemos recogido pruebas concluyentes acerca de ese efecto nocivo. Dicho esto, tampoco podemos despreciar el daño que pueden ocasionar en el transcurso de una vida más ordinaria, particularmente a su familia (sin que sea necesario que exhiban violencia física), o en el ejercicio de su profesión, lo que es más cierto en aquellas actividades que tienen influencia sobre el carácter y la vida de muchos, como son los profesores, jueces, militares, médicos, sacerdotes, psicólogos, influencers, etc.» Vicente Garrido; El psicópata integrado en la familia, la empresa y la política, Editorial Ariel, 2024.

[5] La razón estética, Galaxia Guttenberg, 2021.

[6] A menudo, el burocratismo alienta el acoso laboral y llega a amparar a los maltratadores. «Nunca he visto lo que he estado viendo en estos últimos años. Jamás. La mezquindad que hay en algunos sectores de la actividad me sorprende día a día. Creo que voy a llegar al límite, por las maneras en las que algunas personas se comportan respecto a otras. Y duele. Jamás había visto tanta mezquindad. Antes, los empresarios se avergonzaban. Actualmente no existe ni siquiera ese pudor.» dice Fermín Yébenes, portavoz de la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo.

«Unida en la diversidad»

... es el lema de la Unión Europea y, también, el mensaje esculpido en luz en la cella del Pantheon, concebido por el César Hadriano para explicar que Roma abrazaba una diversidad extraordinaria de pueblos e imaginarios, que él mismo había podido conocer de primera mano en sus viajes a lo largo y ancho de su Imperio. 

«El Cosmos es mi país, la Tierra es mi casa, mi nacionalidad es la naturaleza, y el amor, mi religión. Todos somos interdependientes y, por lo tanto, todo nuestro sufrimiento es mutuo, no hay separación. La unidad y la diversidad bailan juntas.» dice el pensador Satish Kumar. La genuina diversidad, que debemos respetar y proteger porque en ella nos va la vida, es producto de la naturaleza, que nos hace a todos únicos e irrepetibles, cada cual con su propia personalidad, su forma de observar y contemplar el mundo, sus anhelos, opiniones y ocupaciones, con su manera de sentir y de amar. 


Ets llum de Nadal quan il·lumines amb la teva vida el camí dels altres 
amb la bondat, la paciència, l’alegria i la generositat.*

Vesel Božič · Merry Christmas · Buon Natale · Bon Nadal · Feliz Navidad

*Text d’autor desconegut.