Mi forma de entender la historia, la civilización y, en definitiva, mi visión del mundo que hemos construido los humanos se fue configurando bajo la cúpula del Pantheon y las bóvedas de los Mercados de Trajano, entre las ruinas del Foro y de Ostia antica, en el silencio de las bibliotecas especializadas y, también, deambulando sin rumbo por las calles de Roma, con la secreta aspiración de llegar a fundirme con sus piedras milenarias. Mi «etapa romana» terminó mientras, sobre todas aquellas experiencias, empezaba a descubrir y construir mi vocación docente.
En la Semana Santa de 2015 volví a Roma con un grupo de alumnos y exalumnos, y pude compartir con Iztok un poco de todos aquellos recuerdos, mientras buscábamos una buena heladería entre los palazzi del Campus Martius.