Una giornata storica alla Reale Accademia di Spagna

El sábado pasado, representantes de varias generaciones de becarios nos juntamos en Roma para celebrar el 150 cumpleaños de nuestra querida academia, en una jornada histórica, feliz... y también extraña. 

Histórica, aunque siglo y medio ya no parece una eternidad cuando llevas medio siglo a tus espaldas. 

Feliz y profundamente emocionado, al reencontrarme con algunos compañeros con quienes compartí la experiencia única e irrepetible de este paraíso. 

Lo cierto es que dudé mucho antes de comprar los billetes, con apenas un mes de antelación, al coincidir el evento con un inicio de curso que preveía ajetreado, y acabé arrastrando conmigo a Iztok, pegado a su ordenador portátil y atrapado entre los últimos párrafos de su tesis doctoral. 

La noche del viernes, al reconocer a Almudena y a Iñaki justo al salir de la Stazione Trastevere, me convencí de que había tomado la decisión acertada, confirmada al día siguiente por Cristina, Esteban, José Ángel y Paco. Tuvimos la oportunidad de conocer a becarios de otros años, de aportar ideas para el futuro de esta venerable institución y, sobre todo, disfrutamos de un tiempo precioso para intercambiar vivencias, puntos de vista, confidencias y algunas risas. En algún momento, me escurrí de los discursos oficiales para asomarme al panorama de Roma que se extiende alrededor de la Academia.

Y extraña por la sensación de irrealidad y ensueño... como si hubiera entrado por una puerta y hubiera viajado 23 años de golpe. Quizá nos trajimos a la Academia algún hechizo de la Porta Magica del marqués de Palombara, cuando José Ángel nos llevó a verla juntos en aquel año prodigioso.