Puentes y pontífices

Hace casi dos mil años, un buen ingeniero y un gran equipo de profesionales edificaron este puente sobre el río Gard, para sostener el acueducto que conduciría el agua a la ciudad de Nemausus, la actual Nimes. En realidad, son los puentes -y no los anfiteatros, los templos o las termas- las construcciones más emblemáticas y significativas de la civilización romana. El antiguo Imperio era una inmensa red de ciudades (como lo es hoy nuestro mundo) y los puentes vencían los obstáculos, para que las carreteras pudieran unir todas las ciudades y el agua llegase a sus fuentes, a sus baños y a sus industrias. Por esto mismo, el cargo y título de Pontifex Maximus, la dignidad más sagrada de Roma y más antigua de Europa, apunta a esa condición de “hacedores de puentes”.


En una época posterior, de despoblamiento de las ciudades de Occidente, la que los historiadores denominan Edad Media, este acueducto se acabó rompiendo en diversos tramos, por falta de mantenimiento, debida a la desaparición de los técnicos expertos en la construcción de estas infraestructuras. Al perder su función, otros puentes que sostenían este mismo acueducto fueron desmontados y reciclados sus sillares para construir otros edificios, incluso campanarios. Pero la extraordinaria estructura del Pont du Gard continuaba siendo útil, porque las personas podían atravesar el río por el mismo conducto que ya no llevaba agua. Desde entonces hasta ahora, a lo largo de veinte siglos, cuántos hemos podido admirar el diseño y la belleza de este puente monumental y, al mismo tiempo, celebrar la pericia de quien lo proyectó y la maestría de quienes lo materializaron...

El agua y la luz son imprescindibles para la vida de los humanos y la de tantos otros seres con los que compartimos este planeta. Celebramos la luz en la época más oscura del año. Por eso, nuestros antepasados unieron a esta celebración ancestral la del nacimiento de un ser extraordinario que trajo Luz a un mundo oscurecido por la codicia y la falta de amor. Celebremos, pues, a quienes traen Luz para no dejarnos oscurecer por prejuicios y odios, y celebremos a quienes construyen puentes, altos y firmes, para vencer los muros y las fronteras que dividen y enfrentan absurdamente a los miembros de la gran familia humana.

Fotografías y texto © Oliver-Bonjoch 2019