Recuerdos de un patio de Alepo



Una de estas noches, cogí el sueño mientras me imaginaba en este patio, echando mano de mi memoria para atrapar de nuevo cada uno de sus detalles... La fuente de mármol y el joven olivo que le da sombra. La penumbra misteriosa del iwan, en el que me hubiera gustado recogerme para escuchar uno de los cuentos de Scheherezade. Las numerosas ventanas que regalan la luz y el frescor del patio a las habitaciones de la casa, sobre todo las de la hilera superior, pequeñas, esbeltas, coquetas, con sus arcos inconfundiblemente orientales. Las farolas que salpican colores al caer el sol... Incluso el tono cálido levemente rosado del pavimento y los muros. Tan sólo cerrar los ojos, y casi puedo sentir la textura rugosa y fría de aquellas piedras... Y en cambio, que lejana e irreal me parece Siria cada vez que leo y escucho las noticias de las atrocidades que están sufriendo sus gentes. Casi un año después de alojarnos en la preciosa y acogedora casa solariega que se levanta alrededor de este patio de Alepo.

Foto: 7 de marzo de 2011.